sábado, 15 de septiembre de 2007

Encuentro el el bar.

El bar quedo vacío, los platos y vasos aun sobre la mesa, y a medio terminar, demostraban que la comida, había sido tan solo un pretexto para estar un rato juntos.

El mozo luego de cobrar la consumición, había desaparecido, y el bar, semi desierto, se llenaba ahora de la magia de aquel encuentro. No hacia mucho que habían sido presentados casualmente en una reunión de amigos, pero ambos tenían la sensación de que se conocían de toda la vida. Casados el y ella, sabían perfectamente los riesgos que implicaba el verse a solas.


Y es que a mitad de sus vidas, estaban por descubrir una sensación que hacia años ambos daban por desaparecida, esa dulce y a veces peligrosa sensación. El la miro a los ojos, dulces y profundos ojos castaños, y vio en ellos al amor, que hacia tanto tiempo no veía. Ella, lo miro también, y sin dejar de contarle episodios de su vida, alegres algunos, tristes la mayoría, sintió como el calor del rubor le incendiaba el rostro, y no es que fuera una pacata, simplemente se avergonzaba porque al sentirse deseada por un hombre que no era su marido, un deseo tierno y desconocido le invadía su propia alma.

Nadie miraba, y aunque hubiese una multitud rodeándolos, a ellos no le hubiese importado demasiado. Seguían sentados frente a los inútiles platos mirándose y escuchando cada cual lo que el otro tenía para contar de su vida, y, como algo normal, juntaron sus manos sobre la mesa.

El sintió la suavidad y el calor de esa pequeña y hermosa mano en la suya y la acaricio, desempolvando la ternura que tenia hacia mucho guardada en lo profundo de su corazón.
Miraron el reloj, ya hacia más de dos horas que estaban juntos, ya era hora de volver con sus respectivas familias.

Se levantaron de sus sillas y quedaron parados, frente a frente, en el bar solitario, se miraron un instante que pareció eterno, sus bocas ansiaban unirse en un beso. Es una locura, ambos sabemos que esto no debería de estar sucediendo dijo ella. El asintió, sabia que esta era una relación imposible, y que era preferible no proseguir adelante, seria muy dolorosa sino, la despedida.

La calle, indiferente al amor y a la muerte, los esperaba con un mar de gente que los envolvía sin prestarles atención. Te llamo un taxi?, pregunto el, sabiendo que esta seria la ultima vez quizás que la vería. Si, asintió ella con la cabeza, y lo quedo mirando con ojos llenos de tristeza.

El taxi paro frente a ellos, y en un instante la vida entera paso frente a los ojos de cada uno, y vieron sus vidas de hijos amados, y parejas frustradas, y sus anhelos de vivir lo que ellos sospechaban que deberían vivir, la vida es muy corta, pensaron ambos al mismo tiempo.

La puerta del taxi se abrió, y antes de subir ella al coche, e irse para siempre de la vida de el, el mundo entero desapareció para la pareja, que se fundía en el beso que todo amante desea probar, por lo menos una vez en su vida.
Ella le dijo que lo amaba con toda su alma, el no contesto, solo subió con ella al taxi, que sabia, los transportaría, por primera y única vez al paraiso.

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